Eduardo Galeano señala tres aspectos del encuentro de los hombres que en definitiva es Cultura.
“testimonio de lo que somos”
Todo trabajo cultural es un espejo para vernos, encontrarnos y reencontrarnos, saber de dónde venimos y porqué somos como somos. Es el rescate de nuestra esencia y es vernos con nuestras incapacidades y carencias.
Pero lo que somos, es un lago que se alimenta de muchos ríos y tiene distintas miradas:
Primera mirada: Somos individuos, tenemos una individualidad con su historia, con sus relaciones familiares, con un bagaje de costumbres, conocimientos, valores, con muchos aprendizajes que reconfirmar, otros que conquistar y también aprendizajes que hay que desaprender. Desde la individualidad se asumen los compromisos que son compromisos sociales, colectivos. Desde la individualidad asumo mi postura frente al mundo.
Segunda mirada: Somos familia, relaciones familiares, íntimas, de afectos y desafectos, y aunque pareciera cada vez menos, por las influencias mediáticas, educativas y sociales, moldeamos a la familia y la familia nos moldea. En la familia se producen las relaciones dialécticas de transformación y alienación, de mantener el estado social imperante o de revolucionarlo. Desde allí, como también desde la individualidad cabe la pregunta de si somos parte del problema o de la solución.
Tercera mirada: Somos comunidad. Donde nos encontramos y nos desencontramos. Donde nuestros compromisos individuales se hacen colectivos o dónde nos aislamos y no vemos los problemas comunitarios como nuestros. La comunidad tiene una historia que no sólo hay que rescatar sino valorizar frente a tantas historias que nos han impuesto. En la comunidad hay deudas sociales que hay que saldar y que no dependen exclusivamente del Estado y únicamente con la organización comunitaria se les puede afrontar. La organización comunitaria es cultura. Así mismo comunidad son los que el Proyecto “Calendarios Productivos” llama “Libros Vivientes”, personas que poseen el conocimiento comunal y lo transmiten por la vía de la oralidad.
Cuarta mirada: Pertenecemos a un Municipio, a un Estado, a una Región. Desde esta mirada nos encontramos para aprender y apoyarnos mutuamente con otras comunidades. Nos relacionamos con Instituciones, grupos, tanto Municipales como Estadales. Desde allí tenemos historia, formas de ver el mundo, costumbres particulares, paradigmas culturales propios. El neoliberalismo con su homogenización del pensamiento hace que seamos celosos a la hora de defender ese patrimonio cultural que nos ha formado y creado.
Quinta Mirada: Pertenecemos a un país, a Venezuela. A una historia en que se han pospuesto una a una las esperanzas y que hoy estamos inmersos en un intenso debate y en una práctica constante de edificar el optimismo. La refundación de la Patria, como lo señala la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es el objetivo primordial al que nos abocamos.
Somos venezolanos, con una identidad, con trabas que nos impiden ser y con anhelos por los que luchamos.
Sexta mirada: Venezuela está inserta en un Continente. Valga la redundancia: a Venezuela la contiene un Continente. Es la consigna de Bolívar: “Nuestra Patria es América”. Lo que le pasa a América nos pasa a nosotros, lo que nos pasa a nosotros le pasa a América. Nuestra historia no está aislada de lo que llamó dramáticamente Eduardo Galeano como “las venas abiertas de América Latina”
Séptima mirada: Pertenecemos al Mundo. Y para que el planeta sobreviva es preciso dirigir nuestra mirada hacia él en cada una de las acciones individuales o colectivas que realizamos. Cuando Chávez plantea socialismo o barbarie, es porque si seguimos dominados por paradigmas capitalistas la destrucción de la especie humana es inevitable. Convivir en un planeta solidario no sólo es posible sino imprescindible. Todo trabajo desde lo cultural tiene una dimensión planetaria, ecológica, política y ética. A ello nos debemos y a ello apostamos.
¿Qué somos? Somos esa relación dialéctica entre las siete miradas que se han descrito, con las cuales nos reconocemos y nos reconstruimos.
“Las profecías de la imaginación”
Las profecías se proyectan al futuro, lo sueñan. El trabajo cultural desde lo que somos, se proyecta al futuro, lo sueña. En otro texto, Eduardo Galeano dice: “Somos lo que hacemos, y sobre todo, lo que hacemos para cambiar lo que somos”. El trabajo cultural no se piensa como conservador. O es revolucionario o nos impide ser.
Debemos cambiar lo que somos en cada una de las miradas o perspectivas posibles. Decía el poeta salvadoreño Roque Dalton “que todo patriota debía odiar a su país de manera creadora”. No nos sirve un nacionalismo “Light”. Nos sirve proyectarnos con imaginación y audacia. Lo Bolivariano es Robinsoniano. “Seamos originales: O inventamos o erramos” expresó en su tiempo Simón Rodríguez. Cambiar para refundar la Patria. Cambiar las formas de ver, las formas de relacionarnos con la naturaleza, cambiar lasformas de producción. No nos sirve una cultura que no sea política, ni una política que no sea ética, ni una ética que no sea ecológica, ni una ecología que no tome en cuenta las relaciones culturales entre los hombres. Es la visión holística de la cultura. Es partir del pasado, lo que somos, para encontrarnos con el futuro posible desde el trabajo cotidiano con la gente y por la gente. Es tomar las banderas de la imaginación y la honestidad.
“Las denuncias de lo que nos impide ser”
La dominación vivida por siglos se expresa en cualquier mirada que hagamos de la realidad. El consumismo impulsado desde las grandes transnacionales del neoliberalismo, por ejemplo, puede llegar a ser parte vertebral de nuestra personalidad, invade de apatía y superficialidad a nuestras comunidades, desplaza nuestros códigos culturales en nuestras regiones, debilita al país en su conciencia e identidad y contribuye a la destrucción del planeta.
El globalismo, el sistema capitalista, y desde allí hacia abajo son infinidad de intereses económicos que se confabulan para destruir, deformar y desaparecer nuestros códigos culturales para crear una forma de pensar que lejos de poner en duda el sistema lo fortalece, lo secunda y hace que se invente y reinvente en todos los ámbitos sociales. Es desde allí que el trabajo cultural tiene mucho que decir y hacer. Los activadores culturales están llamados a dar luces para ser contracultura frente lo dominante dentro del pensamiento único globalizador.
Un activador cultural es en este sentido, como dice Galeano , “testimonio de lo que somos”, recoge desde la comunidad su voz, y junto con la comunidad se hace voz de la comunidad. Es “profeta de la imaginación”, su bandera es la invención, la creatividad y es voz de lo que estamos en posibilidad de ser, es portavoz de un lenguaje nuevo y nuestro, anuncia junto a los cambios posibles a realizar los caminos y metas a dónde debemos dirigirnos. Es espejo de denuncia, es combatiente en una guerra en donde con múltiples y variados enemigos no se nos permite ser.
Un activador cultural se acerca a lo que llamaba Gramsci como un intelectual orgánico. En el sentido de que no se parcializa por ninguna forma de ver la realidad y si las articula entre sí. Se mira el bosque y se mira el árbol. Es tan importante la visión planetaria de la realidad como la visión comunitaria de la misma. Se organiza y vincula la teoría con la práctica. Es decir que el conocimiento de la realidad no se logra gracias solamente a la investigación desde los libros o los conceptos teóricos, sino que la teoría se realiza desde la investigación de la realidad con y desde la gente, y con la evaluación de la práctica se reformula la teoría o la visión de la realidad. El activador cultural orgánico, relaciona los distintos enfoques de la realidad misma. Las visiones ecológicas, sociales, políticas, éticas, organizacionales, culturales, para a la hora de planificar y diagnosticar en comunidad esos elementos son tomados en cuenta e integrados a una visión total.