Editorial Agenda 2009


Decía el poeta Libanés Khalil Gibrán que: “reflexionando sobre una gota de rocío descubrí el secreto del mar”, o como dice la canción mexicana: “para subir al cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita”

Tan importante como analizar las estructuras es ver el acontecer en nuestras pequeñas y acogedoras comunidades. Pensar en macroeconomía olvidándose de las hambres particulares, o ser revolucionario para defender una causa nacional o mundial para llegar a casa y maltratar a los hijos, son incoherencias que hablan precisamente del no ser revolucionario.

Si, para subir al cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita. Y para que una revolución llegue a buen término es necesario tener las múltiples miradas que van desde lo más grande hasta lo más pequeño.

En esta agenda siempre nos hemos caracterizado por ofrecer desde las más íntimas cuestiones que apuntan a la cotidianeidad como a dar cuenta de problemas nacionales o del planeta que nos toca como morada. Así también hemos pensado que los discursos unívocos además de resultar tediosos no aportan las dimensiones que pretendemos señalar. Que fastidioso resulta el lenguaje político cuando no va más allá de lo “estrictamente” político, fácilmente nos lleva a terrenos de lo panfletario que sólo llegan a sus hacedores. Tal cual, el discurso ecológico, o incluso el poético, pueden ser como el comer azúcar con azúcar. La conexión de las distintas temáticas es nuestro propósito para generar humildemente la intercorrelación entre los distintos saberes. De allí que mezclemos lo educativo, lo cotidiano, lo político, lo poético, lo ecológico, la denuncia, y las reflexiones en todos los ámbitos. Creemos que hacia allá debemos apuntar y más que certezas proponemos dudas, hipótesis, preguntas, siempre teniendo en cuenta que está en sus manos la lectura personal que deba hacerle. Así nos sumamos, y así podemos multiplicarnos.

Lo pequeño es hermoso, pregonaba el ecologista Shumacher en los años 70, y ya en esos años hablaba de cómo el desarrollo tecnológico concebido por un capitalismo que sólo pone las miras en las ganancias particulares, nos conducen inevitablemente al abismo. Construir alternativas en la posibilidad de otro mundo posible es tarea paralela y estrechamente vinculada a las denuncias de un acontecer injusto y suicida.

Nuestra nave espacial, que todos los días da la vuelta a sí misma y que demora 365 días en dar la vuelta al sol, pide auxilio frente a hechos humanos que ponen en duda la existencia de la vida en no muchas décadas. Si esta agenda puede contribuir a que nos enrolemos a la conciencia, a la práctica por la buena voluntad y a la inteligencia humana que debiera ser la principal cualidad humana, estamos al lado de las proposiciones y de los que aportemos granitos de arena en lo que queremos sea un mundo donde podamos construir el optimismo.