La llegada del
2012 viene con presagios de fin, y no será la primera ni la última que esto
suceda. Pasará el año quedando como anécdota que sólo algunos recordarán con
humor.
Lo
que sí es palpable son los síntomas de otros colapsos que se han instalado en
la vida cotidiana de los pueblos, que difícilmente pueden no ser percibidos.
Los poderes hegemónicos, económicos, culturales, religiosos, políticos, etc.
que durante siglos se han incubado, ya hoy parecieran tambalearse y es, cada
vez más prioritario, indispensable, urgente, la necesidad de un cambio de
sistema, a riesgo, como diría García Márquez, que queden como únicos testigos
las sobrevivientes cucarachas.
Los
gritos que alguna vez se oyeron en las
calles de Quito diciendo “que se vayan todos” se han multiplicado en todo el
planeta, y la rebelión al poder establecido circula por los cinco continentes.
Islandia, el Medio Oriente, los estudiantes chilenos, los indignados de España,
Grecia, Londres y hasta los mismos EEUU, son ejemplos donde se han tomado las
calles para contraponer a las únicas respuestas que tienen las grandes
corporaciones y los gobiernos: represión, invasión, guerras, auxilio financiero
a los responsables de las crisis, guerra mediática.
La
lucha política que se viene desarrollando, además, al igual que en Ecuador, se
da cuestionando no sólo a nivel político, sino que abarca todos los aspectos.
Es una defensa del Planeta, es la crítica a políticas económicas neoliberales.
Es rescatar la imaginación como instrumento de conciencia, es señalar al
consumismo como fuente de los males de nuestra época, es el rescate de la
diversidad cultural, es impedir el retroceso a medidas capitalistas del siglo
XIX.
En
Venezuela, donde creemos que hemos puesto varios granos de arena en este nuevo
despertar, también se lucha contra esos poderes establecidos, primordialmente
con fuerzas que buscan el retorno a un pasado de prebendas y de exclusión
social. Pero también esa lucha se da contra fuerzas que dentro del mismo
proceso se asumen como reaccionarias frente a la radicalización necesaria para
la sobrevivencia del mismo proceso. El problema revolucionario es un problema
ético, y bien lo decía el Comandante Fidel Castro, que una revolución sin
principios éticos estrictos tiende a fracasar.
La
respuesta sigue estando en dirigir nuestras miradas hacia las comunidades. En
fortalecer el poder popular, para que él mismo diseñe, planifique y rectifique,
cuando así debe hacerse, su destino.
Poesía
y pan para todos es la consigna del poeta Roque Dalton. Poesía y pan para todos
ha de ser la consigna para Venezuela. Poesía y pan para todos ha de ser la
consigna para el Mundo. Y decir bien fuerte, como escriben en una pancarta los
indignados de la Plaza del Sol: “Si no nos dejan soñar: No los dejaremos
dormir”