Va sonando en
mi vieja radio, “Songo le dio a
borondongo, borondongo le dio a Bernabé…” cuando leo dos noticias que me llaman la atención, y bueno, le
constatan a uno aquel juego de naipes de la infancia llamado, “nadie sabe para quien trabaja”. La
primera de cómo uno de los hasta hace muy poco archienemigos de los EEUU y la
OTAN, es decir Al Qaeda, se convierten en aliados de primer orden en el
derrocamiento de Muammar Gadafi en Libia. Y la segunda, que, por fin Supermán
ha decidido ponerse los interiores debajo de los pantalones.
Lo de Supermán
no asombra tanto ya que ha sido noticia en varias oportunidades en estos
últimos meses. Hace poco declaró que sus actuaciones no tenían nada que ver con el gobierno de los EEUU, así que podríamos intuir que esta nueva alianza de los
EEUU con sus antiguos socios y posteriores enemigos de Al Qaeda, no tengan nada
que ver con Supermán, que ya se había deslindado de los horrores de la política
norteamericana. Claro, siempre cuesta creer, ya que en innumerables
oportunidades las labores de Supermán han estado vinculadas a las políticas del
pentágono, desde los bombardeos de napalm en Vietnam hasta las últimas guerras
en el Medio Oriente.
Pero vayamos
poco a poco con Supermán.
Supermán
siempre ha sido lento, por no decir bobo. Y claro tiene también la forma mejor
de ser bobo: creer que los bobos son los demás. Eso sí, Luisa Lane si es
definitivamente más boba, porque eso de que Superman se ponga unos lentes y ya
no lo reconozca, para ver a Clark Kent, es superlativamente de bobos.
Supermán que es lento, se fue dando
cuenta de esto, y aunque pasaran los años y nada de nada, ni de reconocerlo, ni de hacer hijitos, empezaron los
cuestionamientos, que fueron acumulándose.
El pentágono le dio la misión de
armar a unos negritos, asesinos, ladrones, mafiosos, buscados por la INTERPOL,
y que no querían a su mamá, para que derrocaran el gobierno de otro negrito,
llamado Aristide. A Supermán no le gustó esa misión, porque eso de trabajar con
negritos le fastidiaba. Y tuvo la razón, o por lo menos así lo creyó, porque
fueron incapaces de cumplir su misión, con la ventaja además de que se
enfrentaban a un país sin ejército. Supermán se arrechó, tomó un avión, agarró al negrito Aristide y se
lo llevó a Sudáfrica. “Que crea el mundo lo que le de la gana” le dijo el
superhéroe a los jefes del pentágono. Luego pasó lo del terremoto, y aunque
ustedes no lo crean, Supermán se conmovió de ver los destrozos, y le propuso a
sus jefes que debían ayudar a los negritos y encabezó el desembarco de 25000
marines para que les enseñen buenos modales a los negritos. “Que luego coman,
que ya tendrán tiempo”, aseveró Supermán.
Pero poco a
poco fue decepcionándose Supermán de las políticas oscuras (así lo empezó a
entender él) de sus jefes del Pentágono. Le pasó lo de las Torres Gemelas, que
fue presto y veloz a impedir que los aviones chocaran, cuando desde las alturas
del poder le dieron la orden que se detuviera. No lo entendió. No eran
negritos, eran ciudadanos sobre todo norteamericanos, blancos como él, e iban a
chocar nada menos que en el World Trade Center, donde tenía bastantes amigos
que financiaban sus obras de buena caridad y otros negocios. Aunque escaso de
materia gris, Superman tiene su corazoncito y fue debilitándose su admiración
por sus jefes. Lo terminó de decepcionar la exclusión que le hicieron de las
guerras en Afganistán e Irak, por aquellos cuentos de la privatización de la
guerra, que ahora era mejor negocio contratar mercenarios, etc. Lo confinaron al
papel de dirigir torturas en Abu Graith, en la isla Diego García y en
Guantánamo. El se sentía absolutamente desperdiciado en esas labores sabiendo
que era un desprecio a su fuerza bruta, y que para torturar cualquier subordinado
de poca monta podía realizar esa labor.
Y ahora para
seguir sumando decepciones ve este espectáculo de Libia, donde ya no sabe que
pensar. Un día en la guerra de Irak contra Irán, eran amigos y trabajaron
juntos (les llegó a tener cariño y todo). Luego son sus enemigos a partir de
las torres gemelas, y sus posteriores consecuencias de la invasión a Afganistán
e Irak, y ahora vuelven a ser amigos en la invasión a Libia y el
apertrechamiento de armas a rebeldes al igual que le pasó en Haití. No
entiende, pero por lo menos está dudando. Ha dudado tanto que algunas neuronas
no afectadas por la kriptonita le han empezado a funcionar y decidió
deslindarse del pentágono, y a usar los interiores por dentro. También, al
parecer le ha comunicado a Luisa Lane que ya no va a usar el disfraz de unos
lentes y tratará de buscar algo más elaborado y original. Claro sigue creyendo
que somos bobos, que los negritos no son gente y que hay que matar a
musulmanes. Pero bueno, por algo se empieza, y el que no agradece poquito no
agradece bastante. Un día de estos quien quita viene con declaraciones como que
los negritos son gente, o que no sería mala idea que dedicaran sus fuerzas en
repartir alimentos o en salvar aviones que están a punto de estrellarse. Hay
que tener fe. Ya por lo menos se puso bien los interiores.
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