picaso


Todo comenzó en el 2002. Tiempos convulsionados en política. Golpe de Estado, paro petrolero, y uno que se dedica a pintar, hacer ilustraciones y vender artesanía, me las veía feo económicamente. Pues quien iba a estar pendiente de comprar lo que en lo absoluto estaba en sus listas de necesidades. Más aún en comprar agendas, que desde 1995 vengo realizando. Me sentía en el paro petrolero como los que venden San Nicolás pintados, que si no los venden en Diciembre, pues se los tienen que comer.
Me dediqué pues sencillamente a defender al proceso revolucionario que se estaba atacando, y a escribir en su apoyo y asistir a cuanta marcha se nos convocaba, que en esos tiempos eran casi a diario. Cuando me preguntaban a qué me dedicaba respondía que a asistir a marchas para defender al gobierno.
De regreso de alguna de las marchas casi diarias, emocionado llegué a la casa coreando todavía las consignas de "Uh, Ah, Chávez no se va!!!", y mi perro picaso se puso a ladrarme. Lo único que se me ocurrió fue decirle "¡¡¡Escualido!!!". Esto se repitió varios días y la respuesta de picaso siempre era la misma. Se lo conté a mi mamá (que no soporta a Chávez) y me dijo que siempre había pensado  que Picaso era un perro muy inteligente. Le empecé a decir que era un perro chiquitico, feo y escuálido, y me ladraba aun más. Un día regresé con un amigo magallanero, y la lista aumentó a "Chiquitico, feo, escuálido y magallanero". Por supuesto yo soy Caraquista (Aunque mal paguen).
Picaso realmente es un perro inteligente. Suele escaparse, más cuando hay olores de perras en el vecindario, y cuando regresa le ladra a la conserje para que le marque el ascensor, se esconde debajo de la cama cuando se le dice vamos a bañarse y aulla cuando suena el intercomunicador.
La cosa es que la lista fue aumentando poco a poco hasta convertirse en "Chiquitico, feo, escualido, magallanero, churumero, huachipatoso, callejero, malandro, sarnoso, piojoso, pulgoso y garrapatuo... una mezcla de cachicamo, ornitorrinco, rabipelado con pereza."
Es famoso en el vecindario, y son varios los vecinos que no preguntan por la familia, y si por él.
Ya tiene 12 años y todavía cuando le empiezo a decir la retahila se pone a ladrarme y si le pregunto ¿quién esta allí? empieza a aullar.