¿En qué se parece Disneylandia y los torturados de Abu Ghraib? ¿En qué se parece Mickey Mouse a los presos de Guantánamo?
Esa es la respuesta de Banksy, quien a modo de travesura artística, o más bien terrorismo artístico, responde a la conciencia de la gente, o abofetea a la conciencia de la gente, o mejor aún, abofetea a la frivolidad de la inconciencia de la gente.
Por qué, en definitiva, con qué contamos para impedir que las monstruosidades humanas tengan poder. No es con las grandes maquinarias mediáticas, todo lo contrario. Los que tengan esperanzas en cambios de gobierno en EEUU, pues ya le llegarán las desilusiones.
Contamos con la masiva opinión mundial de rechazo. Y a eso se aboca Banksy. A eso apuesta, aunque hagan falta las bofetadas. Ya que el arte, debe dejar de ser un “convencer a los convencidos” como decía Eduardo Galeano.
Mientras los medios nos ponen hermosas sonrisas y piernas de modelos blancas y desde pequeños nos inducen a la dulzona ternura individualista del pato Donald, o en estos tiempos a la cultura macabra de las comiquitas “happy tree friends”, Banksy nos recuerda que Abu Ghraib existe, y nos recuerda que nuestra indiferencia es culpable. No hay más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario