La voz del Pueblo es la voz de Dios


Este texto es escrito como presentación para el documento intitulado "Ideas de síntesis del Encuentro del Poder Popular", editado por Fundacomunal



Es mandato constitucional el refundar la Patria con una Democracia participativa y protagónica. Esto más que algo ya hecho supone algo por construirse, por elaborarse, o en el mejor de los casos que se está construyendo, que se está elaborando. Es la idea de proceso. En otras palabras, el que sea palabra escrita no implica de hecho que ya tengamos una democracia participativa y protagónica. Se trata de un objetivo a cumplir, y es nuestro deber el que la planificación de nuestro trabajo, a todos niveles, se dirija al cumplimiento de este objetivo, como tomar las rectificaciones necesarias cuando lo que se realiza en la práctica nos aleja de los mismos.

Pero veamos primero las diferencias. Antes teníamos una democracia representativa y ahora una democracia participativa y protagónica, o en proceso de construirla. En una democracia representativa, los electores, los pobladores, el pueblo, el poder constituyente, como queramos verlo, asisten a una votación para elegir a sus representantes (de allí el nombre), los cuales (se supone) velarán por los intereses del votante, y además planificarán y ejecutarán las políticas públicas que tengan a bien. Esto es un otorgarle el poder que en principio lo tiene el poder constituyente a los representantes electos como poder constituido. El agotamiento de la democracia representativa se debe en principio al fraude y al engaño que supuso este modelo en la práctica cotidiana del pueblo. Los representantes elegidos por el pueblo se dedicaron a satisfacer sus ambiciones personales y sólo se nombraban las necesidades del pueblo de elección en elección.

La democracia participativa y protagónica implica cambios sustanciales. En principio queda claro que el poder que radica en el pueblo no se pierde en una elección. Así el poder constituido queda a merced del poder popular. Para que esto no sea letra muerta se han ido diseñando herramientas y mecanismos para que el poder popular se consolide. Desde los referenda revocatorios y consultivos hasta la implementación de estructuras organizativas donde el pueblo detente directamente el poder, como son los consejos comunales y las comunas.

Toda institución y en particular todo funcionario público está en la obligación, por mandato constitucional, de generar y facilitar los mecanismos para que la planificación a la que se aboquen, parta primariamente de las necesidades de las comunidades, y sobre todo, que parta de lo que las comunidades plantean como sus necesidades. Repitamos: No es lo que 4 ó 5 funcionarios, por muy lúcidos que puedan ser, interpretan como las “necesidades” de la comunidad, y lo que ellos consideran “debe” ser la forma de satisfacerlas. Es tener como columna vertebral la evaluación de las comunidades, y desde allí generar las políticas, para que las mismas comunidades, ejecuten las soluciones, administren los recursos y ejerzan la contraloría social.

El funcionario deja así de ser un representante para ser un facilitador, un acompañante, en definitiva un servidor, de un proceso en que el dueño y conductor son las comunidades. Es hacer posible lo que el Comandante Presidente de la República Hugo Chávez Frías ha dicho innumerables oportunidades: “La voz del Pueblo es la voz de Dios”.

Son múltiples los ejemplos de estos cambios de paradigma. Veamos algunos de ellos:

Las escuelas bolivarianas deben estar integradas a sus comunidades. La educación que allí se imparte, por lo menos es lo que debiera ser, tiene como base la historia de la comunidad y se realiza de acuerdo a lo particular que define cada comunidad. El estudiante de Misión Cultura efectúa sus proyectos desde y por la comunidad. Las carreras que se imparten en la Universidad Bolivariana de Venezuela se estrechan con las ópticas de las comunidades y las mismas participan activamente en ellas. Las diversas mesas técnicas, que se iniciaron con las mesas técnicas de agua, horizontalizan los saberes, donde el conocimiento técnico es de tanto aporte, cualitativa y cuantitativamente, como el conocimiento popular. Los Consejos Comunales, donde el vocero deja de ser representante, para convertirse en voz, y que puede ser revocado en cualquier momento por la Asamblea, y donde la Asamblea mantiene el control y el poder de la gestión del Consejo Comunal. Los Consejos Comunales y sus diversas comisiones, evalúan, planifican, priorizan, realizan proyectos, ejecutan, administran, controlan, supervisan, etc. siendo la verdadera base de lo que se ha llamado la construcción del Socialismo del Siglo XXI.

Se habla de Socialismo con el apellido del siglo XXI no casualmente, ni porque sea sólo una referencia temporal. Los llamados socialismos existentes tienen sus patas cojas en el culto a la personalidad, el control de las poblaciones por parte del partido y de las instancias burocráticas del Estado, y donde la discusión de las ideas tenía límites impuestos desde arriba. No se confió en la voz del pueblo como el alimento indispensable para la construcción de un socialismo con dimensión humana y justa, y donde las reivindicaciones populares vean luz durante tantos siglos negada.

Un documento de obligatoria lectura para entender el proceso bolivariano y su coyuntura, y más aún, para entender hacia adonde vamos y hacia adonde queremos ir, es el intitulado “Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación. 2007-2013.”, ya que allí se definen las líneas generales del proceso de cambios iniciado en Venezuela y que se orientan hacia la construcción del denominado “Proyecto Nacional Simón Bolívar”

Como Primer Plan Socialista de la Nación, se plantean algunos ejes de significativa importancia para el desarrollo y construcción de una nueva patria:

- I. Nueva ética socialista.
Propone la refundación de la Nación venezolana, la cual hunde sus raíces en la fusión de los valores y principios mas avanzados de las corrientes humanistas del socialismo y de la herencia histórica del pensamiento de Simón Bolívar.

- II. La Suprema felicidad social.
A partir de la construcción de una estructura social incluyente, un nuevo modelo social, productivo, humanista y endógeno, se persigue que todos vivamos en similares condiciones, rumbo a lo que decía el Libertador: La Suprema Felicidad Social.

- III. Democracia protagónica revolucionaria.
Para esta nueva fase de la Revolución Bolivariana se consolidara la organización social, para transformar su debilidad individual en fuerza colectiva, reforzando la independencia, la libertad y el poder originario del individuo.

- IV. Modelo productivo socialista.
Con el fin de lograr trabajo con significado, se buscara la eliminación de su división social, de su estructura jerárquica y de la disyuntiva entre la satisfacción de las necesidades humanas y la producción de riqueza subordinada a la reproducción de capital.

- V. Nueva geopolítica nacional.
La modificación de la estructura socio-territorial de Venezuela persigue la articulación interna del modelo productivo, a través de un desarrollo territorial desconcentrado, definido por ejes integradores, regiones programa, un sistema de ciudades interconectadas y un ambiente sustentable.

- VI. Venezuela: potencia energética mundial.
El acervo energético del país posibilita una estrategia que combina el uso soberano del recurso con la integración regional y mundial. El petroleo continuará siendo decisivo para la captación de recursos del exterior, la generación de inversiones productivas internas, la satisfacción de las propias necesidades de energía y la consolidación del modelo productivo socialista.

- VII. Nueva geopolítica internacional.
La construcción de un mundo multipolar implica la creación de nuevos polos que representen el quiebre de la hegemonía unipolar, en la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y las garantías de paz, bajo la profundización del dialogo fraterno entre los pueblos, su autodeterminación y el respeto de las libertades de pensamiento (Hugo Chávez Frías, Proyecto Nacional Simón Bolívar, Primer Plan Socialista de la Nación, introducción).

Para profundizar un poco en las directrices mencionadas, citamos textualmente:

“La plena realización del socialismo del siglo XXI, que estamos inventando y que sólo será posible en el mediano tiempo histórico, pasa necesariamente por la refundación ética y moral de la Nación venezolana. Tal refundación supone un proyecto ético y moral que hunde sus raíces en la fusión de los valores y principios de lo más avanzado de las corrientes humanistas del socialismo y de la herencia histórica de Simón Bolívar. Su fin último es la suprema felicidad para cada ciudadano. La base de este objetivo fundamental descansará en los caminos de la justicia social, la equidad y la solidaridad entre los seres humanos y las instituciones de la República...”

Se trata de inventar, parafraseando a Simón Rodríguez, “o inventamos o erramos...”, y de una construcción que está por realizarse y que se hace sobre la marcha, con principios éticos y morales, parafraseando a Bolívar, “moral y luces son nuestras primeras necesidades”

Y el primer principio ético para la construcción de un socialismo basado en la inventiva, la originalidad y principios morales transparentes está en el oír al pueblo y en construir mecanismos cada vez más idóneos para que esto sea posible.

Dice el documento anteriormente citado:

“... Los ciudadanos personificarán y ejercerán siempre los mecanismos sustantivos del poder político, es decir, conservarán siempre su poder y su soberanía, la cual está siempre orientada hacia el bienestar de todos, con los principios de igualdad y libertad.
...Dado que la soberanía reside en el pueblo, éste puede por sí mismo dirigir al Estado, sin necesidad de delegar su soberanía, tal como en la práctica sucede con la democracia representativa o indirecta...

Para alcanzar mayor solidez de la democracia protagónica revolucionaria se hace necesario restituir a la política su carácter público, participativo, ético y solidario, cuyo principal sentido es la constitución de la ciudadanía, los espacios de civilidad, las instituciones y una cultura política democrática, basada en una elevada conciencia social ética y en una activa y consciente participación ciudadana. Se trata de rescatar la política como mediación para la vida humana vital, a través de su sentido de solidaridad y de la búsqueda del bien común...”

Por lo tanto es falsa la dicotomía entre democracia y socialismo del siglo XXI. Todo lo contrario lo que está en juego es precisamente ahondar en la democracia. Posibilitar que esa cultura política democrática invada absolutamente todos los espacios, desde las instituciones educativas, las instituciones del estado, los organismos de poder popular, etc.

Bajo estas premisas es que se enmarca el Encuentro del Poder Popular. No son una determinada cantidad de funcionarios que convocan a las fuerzas organizadas del poder popular para dictarles una charla o “enseñarles” como es que se hacen las cosas. Se les convoca para oírlos y que ellos mismos se oigan, evalúen su práctica y entre todos diseñen líneas programáticas. Es materializar en líneas estratégicas la voz del pueblo. El funcionario pasa a ser el facilitador orientador que más que hablar oye y registra lo que los asistentes expresan sin cortapisas y apoyándose en una metodología respetuosa recoger los acuerdos que nacen del poder popular. Es la forma de estimular y consolidar el poder popular, porque del mismo poder popular es que nacen las programaciones y evaluaciones y no de una línea externa a ellos ya se llame Estado o partido.

Es el mandato constitucional al que todos nos debemos, y lo más importante aun, es garantizar que la consigna “La voz del pueblo es la voz de Dios” no sea meramente discursiva y si sea el aliento que a la postre de frutos en la construcción del Socialismo del Siglo XXI al cual nos debemos.

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