Querida Abuela:
Hoy te escribo desde la tierra de los sueños. Hace ya varios años que te fuiste y me imagino que andarás jugando con niños de la calle que se convirtieron en angelitos, como cuando jugabas conmigo en los tiempos de mi niñez.
Te escribo porque tu sabes de amor, y si algo nos detiene en este paso circunstancial que es la tierra, es el amor.
El amor que te llevaba a llenar de flores el jardín de tu casa y a querer a los humildes descamisados que pueblan nuestro país.
El amor que te hacía declamar poesías y te hacía indignar por las injusticias.
Creías en el futuro Abuela y ahora que estás en él, me vuelves a decir que es posible creer en el hombre y que al final de este cuento de niños vencerán los soñadores frente a los ambiciosos.
Abuela, tú que eres una ventana abierta al horizonte desde el cielo de la buena voluntad, ilumínanos.
Abuela, tú que siempre fuiste bandera de amor, desde la fábrica de nubes y arcoiris, danos inteligencia y paz para trabajar por esta Venezuela que se merece el futuro bonito por el que los soñadores, como tú, estamos trabajando.
Bendición, Abuela.
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